lunes, 5 de octubre de 2009

Comentario de este libro en Agenda Viva, revista de la Fundación "Félix Rodríguez de laFuente".



El número 17 de la Revista Agenda Viva, que la Fundación "Féliz Rodríguez de la Fuente" ofrece en Internet, contenía el siguiente comentario del libro "Veintisiete libros y un prólogo abierto para una nueva biología"



Veintisiete libros y un prólogo abierto para una nueva biología

Emilio Cervantes y otros

Adebir, 2009. 179 págs. 10 euros.

Emilio Cervantes, titular del CSIC en el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca, es el coordinador de esta obra en la que diez científicos españoles comentan veintisiete libros en busca de una biología interdisciplinaria, consciente de sus presupuestos y no reduccionista. Una biología que, como comenta el profesor Máximo Sandín (uno de los colaboradores del volumen), vea una naturaleza “tan compleja, tan viva, tan hermosa y tan poderosa como la veía Lamarck” y pueda así “comenzar a tratarla con el respeto que se merece”. El neodarwinismo, da a entender Sandín, “considera el fenómeno de la vida como algo sórdido, una Naturaleza en la que no hay cabida para todos y poblada por individuos egoístas (que sólo buscan ‘su propio inetrés’), como una constante competición entre los organismos en la que la relación con el ambiente está dirigida por cambios al azar y en la que sólo los ‘más aptos’ tienen el derecho a la vida”. Uno de los motivos que animan a los autores de esta obra colectiva es, en efecto, la necesidad de una biología postdarwinista.

Los tres primeros libros comentados son de hecho obras de filosofía, de Thomas Kuhn, Michel Foucault y Karl Popper, que ayudan a tomar conciencia de que la ciencia es un proceso en continua trasformación, que depende de factores culturales y que da lugar a conjeturas útiles pero no a certezas irrefutables. Foucault, por ejemplo, aclara que no toda aproximación al estudio de la naturaleza es biología y que, por ejemplo, la historia natural de los autores de los siglos XVII y XVIII está mucho más relacionada con las obras de linguística y economía de su tiempo que con los trabajos de Cuvier y Darwin en el siglo XIX.

La segunda parte se compone de comentarios a siete libros ya antiguos que nos ayudan a entender el contexto histórico del que surge la biología contemporánea, como los clásicos de Buffon, Lamarck y D’Arcy Thompson. La tercera parte analiza siete libros ya más contemporáneos y de interés general, incluyendo obras clave de Maturana y Varela, Lynn Margulis y Máximo Sandín y una mordaz obra de Fernando Vallejo, biólogo, escritor y cineasta de origen colombiano (nacionalizado mexicano): La tautología darwinista y otros ensayos de biología. Las últimas secciones abordan otros diez textos, más especializados, sobre evolución, zoología y bioquímica.

Esta obra contiene algunas afirmaciones que pueden resultar demasiado contundentes, pero representa un esfuerzo original por ampliar el horizonte y el sentido de la biología contemporánea. Aunque los autores son conscientes de que la archiespecialización y la excesiva dependencia de la tecnología “parecen haber desterrado la posibilidad de hacerse grandes preguntas cuyas respuestas remuevan los cimientos de la biología”. La nueva biología que pide el libro se atreve a reconocer el misterio y la belleza de la naturaleza más de lo que es habitual. De hecho, Emilio Cervantes afirma que “la vida desborda a su estudio experimental” y que los mecanismos que observamos en el laboratorio no tienen por qué ser los mismos que se dan en la naturaleza: “La biología es la ciencia de la vida; pero… la vida, impredecible e indefinible, escapa como agua del cesto de la ciencia”.

Jordi Pigem

miércoles, 28 de mayo de 2008

Fin del prólogo abierto

El núcleo de la biología está integrado por la bioquímica principalmente, pero también por la genética, la microbiología y la virología y la fisiología. La zoología, la botánica y la paleontología son hoy disciplinas periféricas. La ecología ocupa un lugar crítico. En la medida en que confirma su capacidad de experimentación y su adaptación al método, es pura biología, pero esto no es fácil. Además existe el riesgo de que cuánto más científica sea la ecología, más “experimentable” sea el mundo; cuanto más importante y poderosa sea la biología, más limitada la vida, al menos la de aquellos que estemos cerca de esta poderosa envolvente de lenguaje y ciencia. Ante esta situación, la biología no puede sostenerse en un paradigma basado en la evolución neo-darwinista. A lo largo del texto intentaremos fundamentar esta descripción. No somos tan ambiciosos como para proponer dar una solución desde este proyecto que se plantea más bien con la intención de aportar ideas que iluminen el camino en el futuro.

Con estas premisas, el hecho de seleccionar y criticar algunos libros de biología tiene la dificultad añadida de que una gran parte de la información fundamental va a quedar fuera del proyecto. En los últimos años una serie de descubrimientos ha hecho cambiar la ciencia en sus fundamentos. El descubrimiento de los RNAs catalíticos, la presencia en los genomas de importantes cantidades de secuencias no codificantes, el papel de los microRNAs en la regulación de la expresión génica, los mecanismos de regulación y herencia epigenética, son descubrimientos que todavía no han sido completamente asimilados, digeridos y, en muchos casos no han sido integrados todavía en forma de libro. El lector deberá saber que la biología de hoy se está cociendo a gran velocidad en revistas especializadas y en Internet. Ahora bien, a causa de su interés puede ser presa de esa gran velocidad y como resultado, perderlo. Porque hay que tener en cuenta que, en definitiva, el primer objetivo de la ciencia no será curar al lector o hacerlo rico, sino mostrarle una nueva manera de ver el mundo que le emocione, que le conmueva. La principal cualidad de la ciencia en general y de la biología en particular, será su capacidad de llegar al hombre. Si podemos decirlo así, su cualidad literaria. Si así fuese, los buenos tiempos de la biología ya pertenecen al pasado y se corresponden con los escritos de autores que todavía no dependían de la tecnología. Veremos también algunos ejemplos de ello. La visión simplista que dicta que en la Naturaleza todo es fruto de la competición y todo puede explicarse mediante la Selección Natural, es simplemente repugnante a los oídos de alguien acostumbrado a la sutileza necesaria en la ciencia, pero también lo es para quien tiene la experiencia directa de la Naturaleza.

En la tarea que nos hemos propuesto, iremos despacio pero sin interrupciones. Proponemos cinco partes que iremos introduciendo brevemente, cada una antes de sus correspondientes comentarios, de tal manera que el prólogo continuará hasta el final del libro y permanecerá así, inconcluso, abierto.
En la primera parte, que aquí abajo comienza, vamos a comentar tres libros que no son de biología pero que son fundamentales para entenderla. Estos tres libros nos enseñan que lo que es importante para una ciencia, al igual que lo que es importante para una persona, a menudo se presenta en forma de retorna, transcurre por caminos circulares, o al menos, helicoidales. Lo importante vuelve a su origen, como la concha de un caracol o asciende girando en torno a un eje, como la escalera para subir a la torre de una catedral o a lo alto de un castillo. Puede tomar la forma de un sacacorchos que sirve para profundizar en el interior de las cosas, como la filosofía. Como el conocimiento que tenemos de lo que nos rodea. Avanzar, profundizar, vivir, significa volver una y otra vez a los mismos puntos pero con la mirada renovada. Siempre adelante y otra vez en el mismo sitio. André Gide, en una acertada frase habla de la necesidad de alejarse de las viejas costas para descubrir nuevos continentes. Viejas costas y nuevos continentes pueden ser, ambos, conceptos opinables, discutibles, pero parece bien claro que, para entender el mundo que nos rodea, necesitamos viajar; para ver como es la montaña, colocarnos a una distancia que nos permita su observación. Alejarnos en el espacio y en el tiempo para adquirir una nueva perspectiva. Pasear hacia adelante, pero retornando siempre al mismo sitio del que procedemos y que, una y otra vez, atravesamos en nuestro paseo, volver a preguntarse siempre por el significado de las mismas palabras: ¿Qué es la vida?, ¿Qué tiene que aportar de bueno a ella la biología?.

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Prólogo abierto I
¿Qué es la biología?
Vamos camino de definir la biología
Entonces, ¿Qué es la biología?
La biología, una ciencia experimental propia del s...
La biología estudia aquellos aspectos de la vida q...
La teoría de evolución por selección natural

La teoría de evolución por selección natural

La teoría de evolución por selección natural no es sostenible en 2007. Darwin no era un biólogo y tenía poco de científico experimental. En física y en química las teorías acaban en leyes, en las que se describen exactamente las relaciones entre elementos bien definidos y mesurables de la Naturaleza. Nada de eso hay en la teoría de evolución por selección natural. La biología demuestra, por el contrario, lo difícil que es dar con una definición acertada de especie.
Hoy podemos decir de ésta teoría lo que Galileo dejó escrito respecto de la gravedad:

“Te equivocas, Simplicio; debías decir que todos saben que se llama gravedad. Pero yo no te pregunto por el nombre, sino por la esencia de la cosa. De ésta tu no conoces ni un ápice más de lo que conoces sobre la esencia del motor de los astros que giran,….”

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Fin del prólogo abierto

martes, 27 de mayo de 2008

La biología estudia aquellos aspectos de la vida que pueden someterse a experimentación

Darwin, que no era un filósofo, pasa hoy por ser alguien que ha contribuido notoriamente a la filosofía. Darwin, que no era un biólogo experimental, pasa por ser el padre de la biología. Nada más disparatado. Estrictamente hablando, la biología estudia aquellos aspectos de la vida que pueden someterse a experimentación. Intenta responder a las dudas: ¿Cómo se organizan los seres vivos?, ¿cómo funcionan?, ¿cómo se heredan sus caracteres?. En la tarea, el método científico o experimental (A) nos sirve para distinguir lo cierto de lo dudoso, de lo hipotético. Durante décadas se obtuvieron así resultados novedosos, a menudo inesperados. El DNA es el material hereditario. Cierto. La biología lo ha demostrado inequívocamente acabando así, o al menos poniendo los medios para superar los hábitos tradicionales de paciente observación de la Naturaleza que ocuparon a los naturalistas durante siglos y que no concluían sino en ambigüedad. El método científico busca y encuentra la certidumbre. Por mucho que veas y te parezca, sólo admitimos como cierto aquello que yo puedo, por mi parte repetir experimentalmente. Asimismo, ha proporcionado ya evidencias y resultados suficientes como para retomar todos los datos de la historia natural y de la paleontología e intentar una nueva descripción teórica de la vida (B). La acumulación de resultados y datos ha ocurrido en un tiempo record y todavía no ha permitido su integración en el sistema de conocimiento original y revolucionario que su novedad reclama. En biología, la base, el punto de partida tiene que ser ya necesariamente experimental (A). La biología es la ciencia que proporciona la descripción de la vida (B) partiendo del método científico (A). Parte de A hacia B, y, si el trabajo se hace en la dirección contraria, entonces no es biología y no solamente no es biología sino que viene a quebrar, a interrumpir, el discurso de la biología. La biología clásica forjada a lo largo de la segunda mitad del siglo XX ha seguido en buena parte este camino erróneo. Se ha forjado a partir de principios, teorías y conceptos anticuados; moldes obsoletos en los que han ido adaptando los resultados experimentales. La falta de un fundamento acorde con los resultados obtenidos ha obligado a colocar el carro por delante del burro, en una situación provisional, que ahora debe ser corregida. Porque todas las disciplinas que basan su trabajo en la observación y no en la experimentación son hoy periféricas en biología. La famosa frase de Dobzhansky necesita ahora de un volteado urgente para quedar hoy justamente convertida en: “En evolución nada tiene sentido si no se considera bajo el prisma de la biología”. La nueva biología es la ciencia experimental poderosa y predominante en nuestro tiempo. No puede someterse a teorías especulativas en torno a la evolución, sino que ha de ser al contrario. Sus resultados han de marcar la pauta de toda opinión acerca de la evolución. Los mecanismos de la evolución implican elementos que la bioquímica, la genética y la biología molecular intentan ahora describir. La definición de virus, transposones, multitud de ARN catalíticos, y la posible participación de estos elementos en procesos de epigenética, poliploidización, reorganizaciones del genoma, silenciamiento génico, etc. son algunas de las tareas en que se ocupa la biología actual. Cualquier teoría evolutiva deberá contar con la participación de estos elementos y tendrá que proponer su participación en procesos y mecanismos que habrán de ser cuidadosamente analizados. Las generalizaciones ambiciosas no siempre servirán de mucho, pero si son dogmáticas, deberán ser plenamente rechazadas.

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viernes, 23 de mayo de 2008

La biología, una ciencia experimental propia del siglo XX

Es en este estado de cosas, propio de una post-modernidad sin referencias y en el que la complejidad es ya única e inasible protagonista, cuando los biólogos no terminamos de definir nuestras orientaciones y planteamientos generales. La biología, una ciencia experimental propia del siglo XX, demostró con su apogeo que en su época, no todo fue confusión. El método experimental probó su utilidad en el descubrimiento de los mecanismos bioquímicos y genéticos que operan en los seres vivos. La nueva biología se establece a partir de la bioquímica y de la genética, cuyas aproximaciones experimentales daban la respuesta a grandes preguntas. Forjada con sólidas bases en los resultados de las décadas anteriores, la biología se establece y adquiere una posición sólida en el estudio de la vida mediante el método científico. La aplicación del método científico fue en esta época ejemplar. Las series de experimentos acerca de la naturaleza del material hereditario, su replicación, la existencia del RNA mensajero y la traducción....etc. constituyen un conjunto de logros únicos en la historia de la ciencia. Cada experimento estaba diseñado para responder a una pregunta o para poner a prueba una hipótesis que procedía de los resultados del experimento anterior. El resultado de cada experimento daba las bases para el diseño del siguiente. Pero, ¿significa esto que la biología fuese totalmente experimental?. No. Por el contrario, los resultados experimentales se iban integrando en un complejo entramado de conocimientos teóricos en los que la comprensión del proceso evolutivo desde una óptica neo-darwinista destacaba como algo paradigmático, fundamental. De ahí la frase de Dobzhansky: “En biología nada tiene sentido si no se considera bajo el prisma de la evolución”, indicando el camino para que los nuevos resultados, procedentes del puro método científico, fuesen discutidos con fundamentos teóricos caducos para integrarse después en un universo conceptual deficiente que asume los resultados y en muchos casos permanece y es divulgado. Una pobre idea dogmática, la de Darwin, expresada directamente en el título de su obra cumbre “La evolución de las especies por medio de la selección natural” (1959), sin ninguna base experimental y sin ninguna posibilidad de comprobación experimental porque es una tautología, fagocita todos los resultados experimentales, fruto de enormes esfuerzos e inversiones, y pasa por ser la “filosofía” que da sentido a la biología. ¿La causa?. Principalmente una serie de coincidencias históricas. Darwin publica su obra unos pocos años después de al exposición internacional de Londres de 1951. El floreciente Imperio Británico necesita ideas que apoyen su desarrollo imperialista y colonial. La idea de “Selección Natural” recibe un impulso todavía mayor por parte del desarrollo materialista propio de finales del XIX y del XX. ¿Qué mejor para las empresas liberales que el apoyarse en una teoría que dicta que en la Naturaleza la lucha y la selección son motivos constantes?.

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Entonces, ¿Qué es la biología?

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jueves, 22 de mayo de 2008

Entonces, ¿Qué es la biología?

Entonces, ¿Qué es la biología?. Elemental, querido Watson, la definición se suministra el primer día de clase en las aulas: La biología es la ciencia de la vida. Y, a partir de ahí a ver correr páginas de texto, pero,…..un momento: ¿No decíamos también que se trata de una ciencia experimental?. Quizás la biología tradicional, o clásica como decíamos al principio, es una ciencia que se creyó experimental sin serlo totalmente. Pero,…una afirmación tan severa puede requerir una explicación. ¿Será, a cambio, la nueva biología una disciplina más concienzudamente experimental desde sus orígenes?. ¿Importaría esto mucho?. Dos claves a la hora de responder estas preguntas: 1) Los resultados experimentales son hoy el producto de una ciencia madura y reclaman un reconocimiento público de su importancia frente a teorías especulativas. 2) Con eso y con todo, la vida desborda a su estudio experimental.

La vida, un concepto que intenta captar una realidad inaprensible. La vida, que fluye en cada uno de nosotros, lo que somos, lo que fundamentalmente ha ocupado y preocupado a filósofos y escritores durante siglos. ¿Acaso vamos a venir ahora y lo vamos a analizar mediante el método científico?. La vida, irrepetible, misteriosa e incomprensible, ¿la vamos a domesticar en el laboratorio y vamos a explicar en qué consiste?. La vida, que ha dado nombre a las obras de Teresa de Ávila, Benvenuto Cellini, Unamuno,.. y que ha sido definida en una miríada de aproximaciones caleidoscópicas por poetas y escritores. La vida, esa experiencia personal de la cual Ortega dijo: la culminación de la vida consiste en una pasión limpia y finalmente dramática. ¿Es acaso esta vida de la que nos va a hablar la biología?. Un poco de cautela, por favor.

El ya pasado siglo XX, que vio estallar el arte en manifestaciones hasta entonces impensables, vio florecer el lenguaje de manera inaudita en los escritos de Joyce, Proust, Kafka, Borges, Carpentier, etc….pero dejó también a su paso muchos ejemplos de utilización ambigua del lenguaje. ¿Quién acierta: el que piensa que el trabajo es un derecho o el que piensa que es un privilegio?. Pues ambas posiciones son incompatibles por contradictorias, pero, paradójica- y lamentablemente, ambas son ciertas. La ciencia: ¿incluye todo el conocimiento o sólo el obtenido experimentalmente de forma repetible?. Una teoría: ¿es cualquier cosa que pensamos o sabemos acerca de algo o sólo se debe llamar teoría a una explicación que se puede verificar experimentalmente?. El carácter: ¿es sinónimo de característica o se aproxima más a la esencia de una persona?. El lenguaje ha proliferado y, en su crecer, ha envuelto al mundo. Ha servido para aislarnos de la realidad creando un exceso de complejidad en el mundo. El lenguaje es tan capaz de crecer a partir de sí mismo, que muchas veces las palabras nos envuelven. Algo parecido ocurre con las imágenes. Vemos imágenes de acontecimientos reales y en lugar de servir para comunicarnos, para transmitirnos una información y decirnos: “¡Muévete!, porque algo está pasando,….” por el contrario, sirven para disociarnos del mundo, para atribuir a la realidad la categoría de imágenes y viceversa, indicándonos: “Tranquilo, sólo son imágenes”. Y es que,………….. antes hubo un mundo en el que las imágenes procedían de la realidad siempre directamente. Ahora no, la realidad sigue igual, pero además se multiplica en imágenes, como se multiplica también en palabras y en texto. Pero, ¡cuidado!, todo encierra en sí a su contrario, cada individuo contiene a su enemigo. La multiplicación de la realidad significa paradójicamente su empobrecimiento. La multiplicación del lenguaje, su inutilidad. De ahí ambas torres de Babel, la bíblica y la actual, en la que nos hemos empeñado. La pretendida reducción de la vida al método en pro de un mejor conocimiento, puede significar la firme cooperación en su destrucción.

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miércoles, 21 de mayo de 2008

Vamos camino de definir la biología

Vamos camino de definir la biología pero todavía no lo hemos hecho y es que, avanzamos despacio, con cuidado, porque el lenguaje es muy importante. Por eso se incluye pronto en nuestra selección el libro de Michel Foucault titulado “Les Mots et les Choses”. Curiosamente, es él, un filósofo, quien nos indica, al menos, lo que no es biología. Cuando dice:

Se quieren hacer historias de la biología en el siglo XVIII, pero no se advierte que la biología no existía….

O bien:


Si la historia natural de Tournefort, de Linneo y de Buffon está relacionada con algo que no sea ella misma, no lo está con la biología, con la anatomía comparada de Cuvier o con el evolucionismo de Darwin, sino con la gramática general de Bauzée, con el análisis de la moneda y de la riqueza tal como se encuentra en Law, Veron de Fortbonnais o Turgot.

Corrige así el autor una opinión muy extendida entre multitud de profesores e investigadores en biología quienes, en sus libros y conferencias, difunden la idea de que toda aproximación al estudio de la Naturaleza es biología. Nada hay más erróneo.
El texto de Foucault nos ayuda a resolver nuestras dudas. Nos aproxima a una definición de la biología y, sobretodo, reclama, como los de otros filósofos contemporáneos, que ciñamos nuestro lenguaje a la realidad, que cuando hablamos o escribimos, lo hagamos acerca del mundo real y no acerca de fantasías o suposiciones. Por ejemplo, en su libro sobre el lenguaje en Nietzsche, titulado “Dionisio dormido sobre un tigre” (Ensayos/Destino 1993), Enrique Lynch dice:

Los grandes sistemas del pasado se apoyan, piensa en el fondo Nietzsche, en la supremacía de lo literal sobre lo figurado: y la literalidad presupone correspondencia entre el mundo de los nombres y el mundo de las cosas
Hay que buscar siempre, sin descanso, esta correspondencia fundamental entre los nombres y las cosas, que reclama hasta en el título el tratado de Foucault (“Les Mots et les Choses”) subtitulado: Una arqueología del saber.
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